El hombre que ríe: El sufrimiento de un hombre que no puede dejar de sonreír

Adaptado de la novela de Victor Hugo con el mismo título en 1869, la película de 1928, El hombre que ríe, dirigida por Paul Leni, cuenta la triste y curiosa historia de un hombre llamado Gwynplaine, que por su desfiguración inducida desde niño por un compraniños, es acogido por un anciano cirquero, que viendo su defecto, será el centro de atracción del circo ambulante para atraer al público de los distintos pueblos que recorre.



El actor Conrad Veidt interpretando a Gwynplaine, con la actriz Olga Baklánova.


La brillante actuación del actor alemán, Conrad Veidt (famoso por su interpretación en la película El gabinete del doctor Caligari) hace un espectacular performance con este hombre que por su permanente sonrisa no deja ver a los demás su dolor, su sufrimiento y su humanidad, y más bien, es señalado como el payaso, el grotesco, el haz reír para todos. 

Esta película se puede contemplar la discriminación por aquel sujeto que asombra y perturba por su peculiar sonrisa que transmite miedo, impresión y burla, y aunque hay sentimientos encontrados con una de las mujeres y el apoyo de su tutor quien lo acogió desde pequeño, Gwynplaine no logra socializar ni entrar al mundo como los demás, pues su espantosa sonrisa es la jaula que lo tiene en esa prisión del aislamiento. 

Esta historia hace una análisis sobre lo que sucede con muchos hombres y mujeres, que por sus deformidades, aspecto físico, condición social, abandono, entre otras situaciones, no son comprendidos ni aceptados en la sociedad, y lloran en silencio ese maltrato de no poder ser vistos como humanos y seres que merecen ser reconocidos como personas; aunque se compone de unos años atrás, no ha cambiado la óptica de algunas personas que son cada vez más feroces ante lo físico o lo anormal, a pesar de las iniciativas sobre inclusión que se han propuesto en la actualidad.




Por otro lado, el elegante expresionismo alemán hace de esta película una versión muy creíble del Hombre que ríe porque el espectador no solo está dispuesto a respaldar a Gwynplaine por su condición, sino que también, se indigna por el comportamiento y la malicia de los demás personajes que, con sus formas de ser tan egoístas, producen indignación; la mentira, la especulación, las apariencias y los planes malévolos son algunas de las características de hombres y mujeres de la alta realeza, y de aquellos que se rehúsan a ver la sensibilidad humana que tiene El hombre que ríe.



Conrad Veidt con la actriz Mary Philbin


La sonrisa de espanto de Gwynplaine significa muchas cosas en una sola expresión, ya que no solo demuestra una supuesta felicidad, y eso lo obliga a lidiar con la incomprensión y el señalamiento. Es el juego de sentimientos que no pasan por culpa de esa risa que perturba y atemoriza, sin embargo, hay que considerar que los demás, de una u otra manera, poseen una máscara más espantosa que el rostro del protagonista, con la única diferencia de que pueden cambiar a otro gesto sin levantar sospecha.

El hombre que ríe: una bella manera de entender que no todos los que ríen lo hacen con completa sinceridad; es la dinámica entre los sentimientos y cómo el cuerpo debe mostrarlos o disimularlos con retoques artísticos y sagacidad. No todos ríen cuando ríen, y tal vez sonreír va más allá de una simple actuación; es un acto que puede decir muchas cosas, entre ellas, que ese sujeto no sabe lo que es ser feliz. 

 

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